Hace poco más de medio siglo, a lo largo y a lo ancho de nuestro mundo, diferentes voces se levantan para expresar su solidaridad con una de las naciones más libres y más justas de las que haya dado cuenta la historia de la humanidad: la República de Cuba. Ni los atentados terroristas, ni la coacción económica, ni la difamación mediática, ninguna de las estrategias que ha puesto el imperialismo en marcha con el fin de aislar a Cuba y asfixiar su revolución han podido detener la fuerza indestructible de la verdad. Es que por más presupuesto militar que tenga un imperio jamás podrá detener el curso de la historia.
El 26 de julio de 1953 la humanidad en su conjunto dio un paso adelante de la mano de un puñado patriotas que con su acción, su entrega y su convicción, alumbraron el sendero hacia un mundo más justo, más solidario, más humano. Ese día, los mejores hijos de un pueblo que ya había dado sobradas muestras de su espíritu independentista, abrieron fuego contra el hambre, el analfabetismo, la mortalidad infantil y la explotación, dando inicio a un proceso libertario del que formarían parte todos los pueblos de Nuestra América.