domingo, 28 de agosto de 2011

Operacion Milagro

Casa de la Amistad Argentino Cubana de Trelew
Fundación U.M.M.E.P
Un Mundo Mejor es Posible
Córdoba.- A la clínica Junín de esta ciudad del centro argentino suelen llamar pidiendo cita con el Dr. Ernesto Guevara.
No se trata de otro mito del Che. Es el peso de la costumbre, en un país, como tantos en el mundo, donde todos los centros asistenciales son privados y llevan el nombre de sus dueños.
Pero ni la clínica es privada ni hay un doctor dueño con el mismo nombre del Che. La Junín Ltd. es una cooperativa de salud, un centro tomado -rescatado- por sus propios trabajadores (médicos y de servicios), cuando los dueños la abandonaron durante el estallido de la crisis que provocó el neoliberalismo en el año 2001.
Y el Dr. Ernesto Guevara es el nombre con que se bautizó, en diciembre de 2009, al primer Centro Oftalmológico que trajo la Operación Milagro al corazón de Argentina y que encontró en la clínica Junín espacio y solidaridad para instalarse.
Para personas habituadas a pagar por cualquier servicio de salud, la oferta gratuita era un gran misterio. Lo explica una mujer del cercano poblado “Sal si puedes”:
“Llegamos con mucho miedo. Era tan raro eso de que operaban sin cobrar…Hoy no sé cómo agradecer que le devolvieran la vista a mi padre. Desde que murió mi madre, mi hermana y yo teníamos que turnarnos para cuidarlo porque estaba prácticamente ciego y él es muy salidor. Ahora ya lo podemos dejar solo sin ningún temor porque ve muy bien. Y yo solo puedo decir que nunca nos habían atendido tan bien sin cobrarnos un peso.”
Aunque ya se han realizado 1530 operaciones de cataratas (800) y terigium (el resto) en el centro, poco o nada se ha dicho en la prensa local o nacional del humano proyecto que remonta sus orígenes argentinos a los días de la Cumbre de Mar del Plata del año 2006 y una histórica visita


de Fidel por estas tierras. El mismo avión que trajo a la delegación cubana, se llevó a la Isla a los primeros pacientes.
El camino se acortaría meses después cuando el ALBA abrió las puertas de Bolivia a todos los vecinos que buscaban el beneficio de la Operación Milagro, ya extendida hasta el sur del país andino. De entonces a hoy, suman más de 30 mil los beneficiados en toda Argentina.
“Fue como si el Che y sus compañeros vinieran desde donde cayeron a darnos parte de sus sueños”, recuerda emocionada Claudia Camba, presidenta de la Fundación “Un mundo mejor es posible”, que antes trajo hasta aquí el programa cubano de alfabetización “Yo sí puedo” (más de 20 000 alfabetizados ya) y se apoyó en él para localizar a las personas urgidas de una cirugía ocular y sin los recursos para hacerla.
Tratando de disminuir los elevados costos del traslado hasta la frontera con Bolivia, la fundación y el amplio movimiento de solidaridad con Cuba buscarían después el posible respaldo de las autoridades locales en varias provincias. Y lo encontraron en Córdoba.
Ricardo Hernández era subsecretario de Salud en la municipalidad cuando ayudó a impulsar el proyecto. Hoy es el director del Centro y más que los datos, le gusta hablar de la amistad y la solidaridad que genera. Lo prueba el apoyo que han encontrado en el movimiento campesino cordobés.
Mabel Moyano, de una zona rural cercana lo ilustra con su experiencia. Ella fue una de las primeras operadas en Cuba. A su regreso, junto a otros beneficiados crearon una asociación civil, sin fines de lucro, que trabaja en el pesquisaje de pacientes y el apoyo con medicinas y otros recursos a incapacitados visuales. “Lo mío es compromiso. Quiero devolver un poco de lo que recibí con Milagro.”
A Raúl Troya, asesor cubano del “Yo sí puedo” le gusta destacar un elemento común a los dos programas sociales: “En ambos, la gente
te dice que no se sienten un número, una estadística. Tanto en los maestros como en los médicos ven educadores sin fronteras. Hay que ver a los alfabetizados que le piden a sus alfabetizadores una foto con ellos como el mayor premio.”
El día del acto por la llegada a más de 1500 operados en el centro oftalmológico de Córdoba, hubo una celebración sencilla que dedicaron a los 83 años del Che. Ese día también despidieron con bailes, cantos y algunas lágrimas a la Dra. Alina, que estuvo 18 meses entrenando a sus colegas argentinos.
Nacidos y formados en el país son los cirujanos del centro, que complementa su labor con egresados de la ELAM.
Este junio se reunieron todos para contar experiencias y proyectos al embajador cubano Jorge Lamadrid y al general Harry Villegas y a Víctor Dreke, invitados a las celebraciones argentinas por los 83 años del Che. Impresionado por sus anécdotas, Pombo recordó a los médicos que, como dijo alguna vez Ho Chi Minh y muchas Fidel, no hay mayor agradecimiento que el que genera la atención médica, porque nada valora más el ser humano que su vida o la de sus seres queridos. Si esa asistencia es gratuita y es buena, el sentimiento es más fuerte porque se reconoce la bondad del gesto.
“Y en reconocimiento a su bondad fue que los indígenas canonizaron al Che. Por eso lo llaman San Ernesto de la Higuera.”


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